La ciencia mal entendida es, después de la religión, uno de los dogmas más peligrosos de la actualidad.

En un mundo en donde lo primordial es el capital, la ciencia no tiene cabida. La ciencia sólo es capitalizable en ese derivado conocido como tecnología, la cual, solía surgir de ciertas necesidades humanas que buscaban cubrirse y debía pasar por ese arduo y costoso proceso de ensayo encausado y error.

Actualmente las empresas no se pueden permitir ningún error y al parecer han tomado prestado aquel dicho de la industria del software: “It’s not a bug! It’s a feature!”

Tenemos en consecuencia errores tecnológicos saliendo al mercado, con una publicidad tal que las personas ansían y pagan para que experimenten en ellos. Y esta legión de embaucados expande la publicidad bajo la bandera de la ciencia, sintiéndose orgullosos de no ser de aquellos, de mentes simples, que no entienden la ciencia y el progreso.